La energía está en el núcleo de nuestra civilización. Desde que se tiene registro histórico, los grandes desarrollos económicos han surgido cada vez que se han descubierto nuevos recursos de energía.
Algunos ejemplos notables son:
•La primera revolución industrial, a principios del Siglo XIX, que fue impulsada por el vapor y el carbón.
•La segunda revolución industrial, a inicios del Siglo XX, que vio el surgimiento de la electricidad y el petróleo.
En ambas ocasiones, brotaron grandes oportunidades para hacer mejor y más rápidamente las cosas que antes eran inimaginables.
Actualmente vivimos en un sistema energético que fue descubierto durante la segunda revolución industrial. Este sistema consume alrededor de 150,000 tera vatios hora (TWh, por sus siglas en inglés) de energía anualmente, de la que el 80% proviene de combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón). Hoy, una gran parte (40%) de esta energía “primaria” se utiliza para producir electricidad; el resto se transforma y se refina.
Sistema no sostenible
Nuestro sistema energético actual muestra grandes limitaciones, ya que está sumamente carbonizado. Actualmente, la energía representa cerca del 80% del total de emisiones de CO2, un problema que se ha vuelto el centro de atención en los años recientes.
El 60% de los combustibles fósiles extraídos se desperdician, ya que la mitad se pierden en la producción de electricidad, y la otra mitad son destinados a un uso real de estos combustibles, en motores de combustión ineficiente o en sistemas de calefacción.
Tres razones por las cuales el futuro es totalmente eléctrico
La solución para enfrentar estos desafíos en aumento se puede clasificar en dos pasos. Primero, descarbonizar el sector energético con energías renovables.
Segundo, electrificar a gran escala los usos finales de la energía.
Este nuevo paradigma energético es totalmente eléctrico y se basa en energías renovables que aportan diversas ventajas:
1. Las energías renovables provocarán la descarbonización del sector energético. Además, la electrificación del uso final permitirá migrar otros usos energéticos, conformados por combustibles fósiles que limpiarán la electricidad.
2. Las energías renovables (eólica y solar) están distribuidas en diferentes partes del mundo, sin embargo, no de manera equitativa. Las “reservas” accesibles corresponden a tres veces el total de los combustibles fósiles recuperables en el planeta y se renuevan diariamente.
3. La migración hacia un sistema totalmente eléctrico basado en energías renovables casi podría duplicar la eficiencia general del sistema energético.
Un consenso creciente
Actualmente, muchas organizaciones importantes en el mundo están por concurrir hacia un futuro probable. Bnef (Bloomberg New Energy Finance) ha estimado que para el año 2040, el 50% de la capacidad energética global ya podría ser de recursos renovables, mientras los vehículos eléctricos (EVs) podrían representar más del 50% de las ventas anuales de autos.
La Comisión de Transición Energética (Energy Transition Commission) ha estimado que la descarbonización energética combinada con la electrificación podría llevar a una reducción del 25% de las emisiones de CO2 para el año 2040.
Shell acaba de presentar un futuro probable (escenario “Sky”) en el que las emisiones netas de CO2 podrían eliminarse para el año 2070, y en el que la electricidad (80%) representaría cerca del 60% de la combinación energética total (en comparación con el 20%).
Numerosas compañías en el mundo han reconocido esto y están tomando las medidas necesarias para estar a la vanguardia. Un ejemplo es Hewlett-Packard (HP), que eligió a Schneider Electric para ayudarles a lograr su meta de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 40% del año 2010 al 2020.
HP ahora puede alimentar con energía renovable el 100% de las operaciones de sus centros de datos ubicados en Texas.
Un nuevo paradigma
Eso no es todo. La pregunta clave subyacente es si esta transición llevará o no a un sistema energético más económico, el cual acelera el desarrollo económico al siguiente nivel.
Numerosos estudios han demostrado que la transición a un sistema basado en energías renovables no aumentaría significativamente los gastos generales de capital que actualmente se dedican a la energía. La producción de electricidad basada en energías renovables representa gastos operativos muy bajos (operación, mantenimiento y costos de combustible), que normalmente oscilan entre dos y cuatro veces por debajo de las tecnologías energéticas tradicionales.
Cuando se electrifican los usos energéticos tradicionales basados en combustibles fósiles, el aumento de eficiencia también prueba ser un patrimonio neto.
Por ello, este nuevo paradigma energético totalmente eléctrico y basado en energías renovables permite que la energía sea más accesible y así, es posible promover el desarrollo económico y nuevos usos de energía que antes eran inimaginables.
Una transición compleja
El futuro indudablemente es eléctrico. No obstante, la transición hacia éste sigue siendo un tema clave de nuestra generación. Sorprendentemente, el desafío más grande no se trata de la transformación de la gestión del suministro, sino de las energías renovables que se distribuyen por naturaleza, combinadas con el consumo local, de tal forma que la electrificación también cambia significativamente la forma en la que se utiliza la energía.
Es así como este nuevo sistema energético totalmente eléctrico y basado en energías renovables está experimentando una revolución “profunda” en términos de dónde y cómo se está consumiendo la energía, y hasta qué punto se puede alcanzar la autoalimentación a nivel local.