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La importancia de la luz natural.

By febrero 24, 2020 No Comments

En un experimento en un hospital de Pittsburgh resultó que los pacientes en habitaciones con mucha luz natural necesitaron 22% menos analgésicos, entre otros beneficios.

Normalmente las personas nos sentimos más cómodas en un espacio interior cuando el lugar tiene una gran cantidad de luz natural. Pero ¿por qué la mayoría de nosotros preferimos sentarnos en una sala de estar con las cortinas abiertas y no en cuarto cerrado con un largo tubo fluorescentealumbrando desde el techo?
Diversos científicos ya se han preguntado lo mismo y a pesar de que han encontrado algunos datos, siguen en busca de más información. Se ha descubierto, por ejemplo, que las bandas dinámicas del espectro electromagnético de la luz natural (representadas por bandas de color en las siguientes ilustraciones) están alineadas para permitir tanto la visión fotópica como la escotópica y así coordinar las funciones del sistema circadiano como la presión sanguínea, el pulso cardiaco, la función metabólica e incluso la producción de orina; cosa que la luz artificial no puede lograr aún.

El suministro de luz continua de fuentes eléctricas, tales como el LED, fluorescentes y de halógeno no proporcionan la correcta combinación de ondas electromagnéticas para imitar las del sol, así que la respuesta humana a la luz no es tan natural como se necesita. Ahora se ve cada vez más claro que incorrectamente medido e instalado, el porcentaje desproporcionado de longitudes de onda azules de fuentes de luz eléctricas y electrónicas suponen impactos nocivos en la salud, en la formación y la progresión del cáncer de mama, de diabetes, de obesidad y del síndrome metabólico.
Sin la exposición a altos niveles de luz natural cada día, el comportamiento humano también se ve afectado y en especial las conductas relacionadas con el trabajo que afectan la productividad, el rendimiento y el absentismo. Un estudio reciente llamado “El Costo de un sueño pobre; pérdida de productividad en el trabajo y costos asociados”, demostró que las empresas notaron que los empleados que dormían una hora más cada noche provocaron un ahorro de costes de la productividad de 1,967.00 dólares por empleado por año, y la luz del día juega un rol crítico en ese proceso de sueño.
El investigador Kosuke Kaida de la Comunidad de Investigación de la Sociedad de Promoción de la Ciencia de Japón y el Instituto Nacional de Salud Industrial de Japón, realizó un estudio que demuestra que una exposición de media hora a plena luz del día al estar sentado junto a la ventana reduce la somnolencia durante la tarde en adultos sanos. En ese estudio, los niveles de luz diurna oscilaban entre 1,000 lux a más de 4,000 lux, dependiendo de las condiciones del cielo. Kaida encontró que la luz del día era casi tan eficaz como una pequeña siesta en la reducción normal de somnolencia posterior a la hora del almuerzo y para aumentar el estado de alerta.
Otra investigación de Judith Heerwagen del Centro de Planeación y Diseño del Colegio de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Washington sobre los edificios de oficinas muestra una alta preferencia por los espacios con luz natural y por las características específicas de la luz del día. Un estudio de siete edificios de oficinas en el noroeste del Pacífico muestra que más del 83% de los ocupantes dijo que les “gustaba mucho” la luz natural y la luz solar en su área de trabajo y que valoran los cambios de la luz durante el día. Curiosamente, el diseño de la luz natural tiene como objetivo eliminar el rayo del sol directo en las áreas de trabajo debido a los reflejos y el aumento de temperatura.

 

Cuando los datos se analizaron con respecto a la ubicación del ocupante en ese edificio, el 100% de los que estaban en las oficinas de las esquinas dijo que la cantidad de luz del día era “justo la correcta”, así como más del 90% de las personas a lo largo de la pared de la ventana en espacios que no fueran las oficinas de las esquinas. Incluso los que estaban situados en posiciones más interiores estaban satisfechos con la luz del día, siempre y cuando pudieran mirar algún espacio con luz natural.
De igual forma, vale la pena señalar que en otro estudio de Heerwagen, se investigaron las preferencias de iluminación de sujetos con Trastorno Afectivo Estacional en comparación con sujetos que no experimentaron cambios estacionales en la luz y en el estado de ánimo. El Trastorno Afectivo Estacional es un conflicto emocional que ocurre durante la estación de invierno, causado al parecer por la insuficiencia de luz solar en los lugares de mayor latitud, donde persisten los inviernos prolongados con pocas horas con luz diurna; a este trastorno se le llama SAD por sus siglas en inglés. Los que experimentaron cambios estacionales eligieron niveles significativamente más altos de brillo para todas las fuentes de iluminación en comparación con aquellos que no lo hicieron. Esto sugiere que las personas que experimentaron SAD pueden estar incluso “hambrientos de luz” y podrían beneficiarse de los ambientes interiores con altos niveles de luz, tales como atrios, terrazas y lugares adyacentes a las ventanas.
Investigaciones en el ámbito hospitalario que analizaron la relación entre los niveles de luz del ambiente y los resultados en la salud de los pacientes, encontraron que los pacientes bipolares en habitaciones luminosas de cara al este, se quedaron en el hospital 3.7 días menos del promedio que aquellos con una habitación de cara al oeste. Resultados similares fueron encontrados por Beauchamin y Hays en su artículo “Salas soleadas en el hospital aceleran la recuperación de depresiones severas y refractarias”, en pacientes psiquiátricos hospitalizados; los que están en las habitaciones más brillantes permanecieron en el hospital 2.6 días menos en promedio. Sin embargo, ninguno de estos estudios proporciona datos sobre los niveles de luz reales en las habitaciones de los pacientes o de la luz que entraba a la retina, por lo que es difícil sacar conclusiones sobre los niveles de exposición.

A pesar de eso, una investigación más reciente en un hospital de Pittsburgh sí se preocupó por medir niveles de luminosidad en el ambiente. Un investigador llamado Walch y otros científicos de la Universidad de Pittsburgh estudiaron a 89 pacientes que se sometieron a cirugía de cuello uterino y médula electiva. La mitad de los pacientes se encontraba en el lado brillante del hospital, mientras que la otra mitad se encontraba en un ala del hospital con un edificio adyacente que bloqueaba el sol. El equipo de estudio midió los tipos de medicación, así como el funcionamiento psicológico el día después de la cirugía y el día que los dieron de alta. Los investigadores también realizaron mediciones fotométricas de la luz de cada habitación, incluyendo los niveles de la luz de la ventana, en la pared opuesta de la cama del paciente y en la cabecera de la cama (que presumiblemente habría sido en o cerca del nivel de los ojos del paciente). Los resultados mostraron que aquellos en las habitaciones más brillantes tenían una intensidad de luz solar 46% más alta. Los pacientes en las salas más brillantes también tomaron 22% menos analgésico por hora y experimentaron menos estrés y marginalmente menos dolor. Esto resultó en una disminución del 21% en los costes de la medicina para aquellos en las habitaciones más brillantes. Sin embargo, los mecanismos que relacionan la luz brillante con el dolor actualmente se desconocen.

La luz azul basada en la luz de la mañana es responsable de la conducción no sólo de nuestro estado de alerta diario, pero también desencadena la expresión de genes clave que inician neurotransmisiones y otras sustancias químicas del cerebro para funcionar correctamente. Recibimos esta luz a través de las células de la retina especializadas que conducen directamente a nuestro reloj biológico. Las células de la retina se conocen como células intrínsecas fotosensibles ganglionares retinianas; abreviadas como ipRGC. Cuando anchos de banda específicos de la luz ricos en azules golpean estas células durante las horas del día, envían información eléctrica a otro grupo de células en el cerebro. Este pequeño grupo de células se encuentra cerca del nervio óptico y se asientan encima de una estructura que influye directamente en la pérdida o ganancia de peso, el estado de alerta, la temperatura corporal y el sueño. Ya sea en las mañanas o cuando existe una luz rica en azules y blancos, se entrega una fuerte señal de la velocidad y fuerza de la longitud de onda que inicia las células iPRGC para entregar las señales que empiezan o detienen una cascada química cerebral que nos despierta, nos mantiene alerta y activos.
Como vimos en la gráfica de las longitudes de onda, la luz eléctrica no ha logrado emular por completo a la luz natural. Tal vez en un futuro la tecnología pueda lograr la similitud; pero por ahora debemos seguir dándole su importante lugar a las grandes ventanas, los tragaluces y los diseños arquitectónicos que toman en cuenta la luz natural.

Fuente Iluminet

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